HISTORIA DEL COLEGIO SARU
Hace 50 años llegaba a Carlos Reyles un
grupo de hermanas pertenecientes a la Congregación de las Misioneras
Franciscanas del Verbo Encarnado, con una misión: acompañar y brindar apoyo a
la comunidad.
Grandes fueron sus expectativas y
decidieron radicarse en la localidad
para permanecer por tiempo indefinido.
El predio con una humilde casita fue donado
por la familia Bordaberry, lugar en el que las hermanas permanecen hasta el día de hoy. Con el paso de los años la estructura edilicia
se ha ido ampliando de acuerdo a los proyectos que fueron surgiendo.
Con alegría y satisfacción fueron pasando
los años, continuando con el trabajo iniciado un tiempo atrás en el costurero,
ya que veían que podían brindar su apoyo a aquellas mujeres que se interesaban
en aprender el manejo de la economía del hogar instruyéndolas en un oficio como
costurera, tejido, bordado, pintura en tela, crochet, etc.
En el predio un poco más alejado había un
dispensario de estructura de chapa atendido por el Dr. Capellán, siendo las
hermanas quienes oficiaban de enfermeras.
Este servicio fue brindado en forma
honoraria; y luego de construida la policlínica ellas permanecieron hasta el
2001.
Siguen las inquietudes con respecto a la
atención de los niños que aún no concurrían a la escuela y es así que se inicia
la llamada “escuelita” atendiendo a niños de 1 a 5 años, ofreciendo un lugar de
contención, juegos, etc. pasando muchas generaciones que, hasta el día de
hoy, conservan los recuerdos en sus corazones.
Todo esto se realiza a mucho pulmón, con la ayuda de la Providencia
y un grupo de señoras integrantes de una comisión llamada “SARU”. Estas se unen a la obra, colaborando con la misma,
permaneciendo hasta el presente.
A partir de una necesidad planteada por una
familia de la localidad, y de la voluntad de evitar la internación de los
menores en el Consejo del Niño de aquel entonces, las hermanas deciden hacerse
cargo de éstos. En este momento se da comienzo al modesto pensionado de niños.
Las experiencias positivas dieron lugar a
que se ampliara el convenio para poder atender las necesidades de la gente de
las zonas rurales que pudieran acceder a un estudio para sus hijos siendo
éstos, hoy, los más privilegiados.
Otro desafío se presenta: los niños de
zonas rurales que no podían concurrir a la escuela, se les brinda un lugar con
las chicas de secundaria (liceo). Esta experiencia se interrumpe debido a que
en la campaña se crean más escuelas.
Hasta el año 1997 sólo se albergaban chicas
de secundaria y, desde ese momento, mediante un Convenio con INAU pasa a ser
mixto.
Con la alegría de compartir se les ofrece
un espacio a los chicos de la localidad con carencias económicas, recibiendo
los mismos servicios que los demás, aunque sólo en la modalidad diurna.
La escuelita ha crecido al punto de que se reciben chicos de hasta 12
años. Se hacen las gestiones correspondientes y AFE cede el local en comodato,
surgiendo el Centro de Formación Integral (CEFI).
Los adolescentes que venían del pueblo
durante el día tuvieron también su espacio en otro local: la casa parroquial.
Funcionó por un tiempo el Proyecto “Arco Iris”.
Nunca imaginó aquel grupo de hermanas que
llegó con el corazón abierto a la comunidad que, a través de los años, se
crearía un espacio donde las familias se vieran tan favorecidas.
Recibiendo la ayuda de diferentes personas
e instituciones tales como Cáritas, INAU, SARU, INDA, estancieros de la zona y por sobre todo la Providencia de
Dios, hoy día el Colegio SARU cuenta con un equipo técnico, educadores, cocinera,
encargado del mantenimiento, etc.
Los adolescentes y sus familias disponen de
un lugar privilegiado, para continuar
aprendiendo y creciendo.
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